lunes, 9 de febrero de 2009

Y va transcurriendo el tiempo...

Al final de todo, la más fuerte de las impresiones se va diluyendo poco a poco... llegan otros estímulos a alimentar los sentidos y a excitarlos haciendo que uno olvide, con el paso del tiempo, hasta los recuerdos más preciados.

Señor Diablo:

Tengo un poco de confusión ya que un buen día me dispuse a recorrer alrededor de los límites del limbo y de pronto me topé con una sorpresa: un jardín.  Pensé que no existiría tal cosa en el limbo y como es sabido... mi curiosidad me lleva a seguir mis impulsos.  Así que decidí entrar al jardín donde por fin pude reconocer una calidez familiar que ya había vivido antes de caer en este "no muy agradable" sitio donde las calles son frías y lo único que se conoce es el aislamiento.

Exijo una explicación a todo esto, ¿podría ser usted tan amable de proporcionármela? No entiendo nada, de verdad. ¿Es ésta una más de sus trampas? ¿Está jugando al ajedrez con el Señor Dios? Tengo miedo a que, como en otras ocasiones, me torturen con sus "planes maestros", que lejos de ser maestros, son morbosos. 

Por otro lado, le puedo comentar que ya no existen gusanos en mi mano izquierda y los comienzo a extrañar, la llaga se ha cerrado y mi palma izquierda ya se asemeja más a la derecha. Creo que ésto no es muy importante después de todo, sin embargo, quería comentárselo y también aprovechar para invitarlo a hacer su acostumbrada aparición en el rincón de siempre, a la hora de siempre... para tratar los mismos asuntos de siempre.

Espero una pronta respuesta... o visita, en su defecto.

-71683.

jueves, 15 de enero de 2009

El retorno...


Señor Diablo:

He vuelto de un largo viaje que comenzó hace ya un tiempo en mis entrañas. Decidí sumergirme dentro de mi cuerpo y estuve nadando por unos cuántos días entre los recovecos de mi estructura ósea; mis costillas eran como un laberinto.  Descubrí una masa muscular que se contraía y expandía, parecía ser una "caja musical", sin embargo, no pude adivinar para qué servía. Terminé mi corto viaje para salir de mi cuerpo hasta llegar tan lejos como pudiera y aterricé en un lugar que me era conocido... era la vida fuera del limbo.  No sé cómo sucedió, me imagino que fue un error de configuración en el limbo o Dios le quiso hacer pasar un mal rato con mi ausencia... no lo sé, sin embargo, no me considero responsable de esta situación porque técnicamente fue un "evento fortuito".

Por un momento estuve en "shock", poco a poco fui teniendo la confianza para ir tentando un terreno que me era completamente ajeno; una combinación de miedo y asombro se adueñaba de mí. Reconocí luces y colores que había olvidado que existían... olores, sonidos, sensaciones... experimenté uno de los paisajes más hermosos que he visto desde que caí en el limbo. Ahora he regresado a esta habitación, donde solemos encontrarnos, para contarle esta historia...

Me encontraba caminando durante horas por la orilla de una playa, recordé el aroma de la brisa marina que acariciaba mi piel, el azul del cielo fundiéndose con el agua, la sensación de la arena entre mis dedos, el resplandor del sol... el calor, el sonido de las olas que chocan entre sí... Estaba redescubriendo un escenario que pasaba desapercibido antes de... antes del encierro en el "interminable gris".  El sitio era muy agradable pero el resto de la experiencia no era muy diferente de lo que vivía en el limbo, seguía en total aislamiento, no me emocionaba mucho la idea de andar por mi cuenta, ahora sin usted tomando mi mano izquierda y la muerte a mi derecha.

Seguía caminando, jugaba con las olas hasta que me detuve para reconocer un sonido familiar... una voz que venía de algún rincón cercano. Tomé el camino que me dirigía hacia el origen de aquel eco y me topé con algo muy diferente a lo que conocía en el limbo. Algo me hipnotizaba, y antes de caer en un profundo sueño se grabó en mi mente la imagen de dos lagunas inmensas y profundas que me atrapaban lentamente. No tengo recuerdo de lo sucesivo, sólo desperté en una habitación y lo primero que vi, fue lo último antes de desvanecerme: dos lagunas oscuras; el primer sonido al despertar: la voz. No distinguía de qué era y no reconocía la silueta que tenía frente a mí.  No hubo miedo en ese momento, al contrario, la tranquilidad se apoderaba de mí y por primera vez en mucho tiempo hablé... y escuché... ahora pude hacerlo de verdad.

Pasé días dentro de esa habitación en compañía de una silueta desconocida, se escuchaban muchas palabras y se decían otras tantas, sin embargo, otras se desechaban y evadían mi voz para no salir y vulnerarme, éstas jugaban con el silencio que se arrastraba por las paredes hasta envolvernos a mí y aquella sombra que aún no se mostraba. Experimenté algo muy parecido a un cosquilleo en la boca del estómago... SENTÍ... y no recordaba lo que era sentir y esto lo provocaba aquello que permanecía a mi lado. Segundos... horas... días pasaban y se acercaba el momento de volver. No quería abandonar aquel lugar donde pude refugiarme de los demonios, de la rutina y el letargo. Donde me abstraía en conversaciones interminables, sonidos, olores, el tacto... no quería que esto se acabara pero es sabido que todo principio tiene un fin y ésta no era una excepción. Llegó el momento de regresar al limbo y mientras me preparaba para hacerlo, algo se desprendió de mí y se quedó en esa habitación, nunca pude comprender qué abandonó mi cuerpo pero sé que está muy cerca del mar. A cambio de lo que dejé, me llevo recuerdos de todo lo que se vivió desde el momento en que abrí mis ojos, hasta el momento en que me aferraba para no volver... así es, la satisfacción efímera y lo que finaliza, aunque no se quiera, con la cicatriz de una despedida. 

Me puse de pie y emprendí mi viaje de retorno, pero me quedó un agradable sabor de boca de ese pequeño "oasis",  y es ahora que estoy de regreso en el limbo, cuando dejo de tener un nombre y vuelvo a ser un número: 71683. Comienza la rutina, llego con una caja torácica vacía, olvido lo que es sentir y nuevamente soy un viajero aislado de todo. Ahora sólo estoy en contacto con sus mil demonios que aguardan el momento para despedazarme.  

No pude vender mi alma al mejor postor, pero al menos recordé lo que era la tranquilidad.

-71683

viernes, 21 de noviembre de 2008

¡Se vende alma... bara bara, bara bara!


Señor Diablo:

Espero que mi oferta de intercambio por mi alma no sea muy inaccesible. Me urge venderla. ¿Conoce un buen comprador? O cuando menos, ¿alguien que esté dispuesto a dar lo que pido por ella?

-71683.

jueves, 20 de noviembre de 2008

¡El diablito!... y sus mil demonios ¡Lotería!

Estimado Señor Diablo:

El día de hoy tengo una queja que presentarle. No, definitivamente no se trata de su ausencia. Bueno, tal vez algo haya de eso, pero es lo menos importante.

Quiero preguntarle, ¿por qué tiene que enviar a sus demonios para espiarme? No es muy agradable, ¿sabe? Me tientan y me tientan, siento la tensión durante el día y 24 horas me parecen siglos, una cuadra parece tener mil kilómetros de esquina a esquina. Me siento en constante vigilancia. Sólo quieren hacerme tropezar y caer en aquellos hoyos que ya se han familiarizado tanto con mis rodillas, mis manos, mis codos. Incluso podrían entablar una estrecha amistad de tanto que ya se conocen. Aún no me he recuperado de las raspaduras y apenas me estoy levantando, no conformes todavía quieren que los baches y zanjas sigan besando mis magulladuras. ¡Qué terrible!

Piso una esquina y las "mujeres públicas" se acercan para ofrecerme su amistad fugaz a cambio de de unos pesos. Tal vez logren salpicar en mis labios un poco de su virtud y gracia, o al menos así las esboza el Señor Dios cuando dice que "ellas serán las primeras en su reino". No pretendo traicionarlo, sin embargo, se rumora en el limbo que el "paraíso" es más agradable que el infierno, la tierra o este lugar que ya conozco de oriente a poniente; de norte a sur y no me tiene muy feliz. Sigo caminando y me esperan los "repartidores de felicidad efímera" ofreciéndome un poco de euforia encapsulada. Tal vez sean mejores psiquiatras que aquellos que han estudiado el arte de dopar a sus pacientes haciéndoles creer que finalmente tocarán el vientre de la cordura quien los amamantará y alimentará con destellos de sensatez. Casi ofrecen el mismo producto pero de manera legal y menos económica que los "traficantes de alegría".

Lo invito a cenar un día de estos a aquel rincón que ambos ya conocemos. Nos haría bien conversar sobre esta penosa situación, prefiero discutir acaloradamente con usted que la paranoia constante que ocasionan sus fieles siervos. Siento que estoy a punto de morder la manzana.

Aparte de lo antes mencionado, le echo de menos, ya no ha venido a darme dolores de cabeza como suele hacerlo o despertarme a las tres de la madrugada cuando me encuentro en estado de vigilia. Mis gusanos ya preguntan por usted y desean sentir su cálida mano oprimiéndolos y asfixiándolos como de costumbre.

Un saludo cordial,

-71683

martes, 11 de noviembre de 2008

Hablando del ermitaño y la muerte...

Y mi voz ya no es mía
dentro del agua que no moja
dentro del aire de vidrio
dentro del fuego lívido que corta como el grito
Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro
cae mi voz

"Nocturno en que nada se oye"
-Xavier Villaurrutia



Señor Diablo:

Las cosas en el ombligo del limbo son difíciles. Bien se dice que uno siempre está solo, sin embargo, ¿existirá tal soledad utópica en la que uno se siente ajeno a todo?

Observé un grupo de personajes en el limbo, algunos cuya existencia es trascendental y otros menos importantes para mí. Me percataba de que era invisible para todos ellos y eso me hizo sentir como una ráfaga de viento helada, seguida por una cierta opresión en mi pecho que crecía y me invadía como un tumor. Era como si estuviera a punto de llorar pero ninguna lágrima caía. Sólo sentía aquella molestia en mi pecho que se iba trasladando poco a poco y de manera muy incómoda hacia mi garganta, terminando en un nudo del tamaño de un puño que golpeaba mi tráquea como tal. Un grito mudo, lo único que salía de mis labios era el silencio, aquel en el que se quiere decir todo pero no se puede hablar nada; nadie escucha.

Estoy teniendo muchas dificultades para comprender muchas cosas relacionadas con esta situación, pienso que existe un mundo que no merezco y lo único que lo separa de mí es este biombo de cristal que puedo tocar, pero no puedo penetrar. Me he quedado afuera de un lugar que no conozco y no tendré la oportunidad de hacerlo, dejándome sin la posibilidad de sentir otra cosa que no sea el frío constante del limbo.

Estoy en aislamiento total y no puedo evitarlo, aunque quiera, estoy afuera como un ermitaño involuntario. Sólo está usted sosteniendo mi mano izquierda y la muerte mi mano derecha susurrando suave y de una manera tentadora a mi oído acercándome cada vez más hacia ella, como si su voz fuera una carnada para caer entre los buitres. Estoy utilizando una fuerza que ya no me queda para cerrarle cualquier entrada que le permita atraerme y llevarme con ella, es así como mi oído derecho está sordo por completo, pero esta sordera no es eterna, y su aliento es tan cálido como algo que hace mucho no sentía, como ese amor que busco desesperadamente pero no encuentro por ninguna parte, tal vez algún día me harte del frío y decida irme con ella. Quizá ella me comprenda y sea capaz de sosegar este dolor intenso ocasionado por la impotencia y la incertidumbre.

No descarto esa posibilidad, Señor Diablo, pero por ahora decido aferrarme a su mano derecha mientras usted me lo permita. En cuanto decida soltarse, mi propósito de permanecer quedará en el olvido, así como yo, así como mi mano izquierda, así como mis pensamientos.

Quiero seguir en el limbo aunque sólo me encuentre con su compañía a mi izquierda, la de la Señora Muerte a mi derecha y mis pensamientos siguiéndome como una manada de lobos hambrientos que acechan a su presa.

Espero que pronto aparezca,

-71683.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Y así caí de los cielos... y se acabó el estado de gracia...

"Y probando primero con ciertas preguntas que no había nunca conocido a hombre averiguó, y que tan simple era como parecía, por lo que pensó cómo, bajo especie de servir a Dios, debía traerla a su voluntad. Y primeramente con muchas palabras le mostró cuán enemigo de Nuestro Señor era el diablo, y luego le dio a entender que el servicio que más grato podía ser a Dios era meter al demonio en el infierno, adonde Nuestro Señor lo había condenado. La jovencita le preguntó cómo se hacía aquello; Rústico le dijo:

-Pronto lo sabrás, y para ello harás lo que a mí me veas hacer. Y empezó a desnudarse de los pocos vestidos que tenía, y se quedó completamente desnudo, y lo mismo hizo la muchacha; y se puso de rodillas a guisa de quien rezar quisiese y contra él la hizo ponerse a ella. Y estando así, sintiéndose Rústico más que nunca inflamado en su deseo al verla tan hermosa, sucedió la resurrección de la carne; y mirándola Alibech, y maravillándose, dijo:

-Rústico, ¿qué es esa cosa que te veo que así se te sale hacia afuera y yo no la tengo?

-Oh, hija mía -dijo Rústico-, es el diablo de que te he hablado; ya ves, me causa grandísima molestia, tanto que apenas puedo soportarlo.

Entonces dijo la joven:
-Oh, alabado sea Dios, que veo que estoy mejor que tú, que no tengo yo ese diablo.

Dijo Rústico:
-Dices bien, pero tienes otra cosa que yo no tengo, y la tienes en lugar de esto.

Dijo Alibech:
-¿El qué?

Rústico le dijo:
-Tienes el infierno, y te digo que creo que Dios te haya mandado aquí para la salvación de mi alma, porque si ese diablo me va a dar este tormento, si tú quieres tener de mí tanta piedad y sufrir que lo meta en el infierno, me darás a mí grandísimo consuelo y darás a Dios gran placer y servicio, si para ello has venido a estos lugares, como dices.

La joven, de buena fe, repuso:
-Oh, padre mío, puesto que yo tengo el infierno, sea como queréis.

Dijo entonces Rústico:
-Hija mía, bendita seas. Vamos y metámoslo, que luego me deje estar tranquilo."

Giovanni Boccaccio
(Meter el diablo en el infierno)


Regresó el Señor Diablo como una ráfaga de viento inesperada, y apareció, ahora a un lado de mi cama. No lo sentí llegar, sin embargo, fue tan evidente la sensación cálida de sus susurros en mi oído que me despertó poco a poco, esta vez.

-Señor, le extrañé, ¿recibió mis mensajes desde el limbo? -le pregunté mientras mi corazón latía como alas de colibrí.
-Así es, siento mucho haberte abandonado tan abruptamente, yo también te he extrañado, ¿cómo sigue tu mano izquierda? Agusanada, como siempre, por lo que veo.
-Sí, los gusanos ya son parte de mí, hasta les he puesto nombres a cada uno y los he adoptado como mascotas para no sentir los estragos de la soledad durante estos periodos de abandono.
-Bien, ¿me has sustituido por gusanos?
-Es un negocio como cualquier relación ente-ente, pero no lo consideraría como una sustitución, porque así como su existencia es inherentemente única, también la de mis gusanos. Mire cómo se enroscan, parecen niños en un chapoteadero.
-Ya veo. He sabido que has pasado por terrenos pedregosos.
-Así es, y me ha hecho falta, mi mano se aferra al vacío cuando usted se va y la caída es libre hasta romperme los huesos. Pero no se preocupe, sigo en el limbo y usted sabrá dónde encontrarme siempre que decida volver.

El Señor Diablo me envolvió con sus largos brazos, me rendí ante el inevitable cansancio y en menos de lo que imaginé, concilié un sueño profundo como en mucho tiempo no había sucedido.

Tuve un sueño muy extraño, soñé que tenía alas donde ahora tengo unos muñones, y volaba regando los gusanos que salían de mi mano izquierda como flores en un pasillo nupcial mofándome de Dios, éste se enojó conmigo y con una hoz me despojó de mis alas. Así fue como caí de los cielos y terminé en el limbo. Desde entonces, el Señor Diablo y yo somos amigos entrañables con la marejada de emociones que ésto conlleva.

miércoles, 22 de octubre de 2008

A los ojos de Dios...

Señor Diablo:

Tiene mucho tiempo que no sé de usted, sin embargo, tengo algo que contarle. Hace tiempo, siento un nervio invisible, que sale de mi sien y está involuntariamente pegado a la espalda de alguien; un personaje más con quien convivo en el limbo, si es que lo puedo decir de esa manera. Alguna vez, el nervio del que hablo, estuvo ligado al lado izquierdo de su cabeza. Después de todo, hubo quién alguna vez me dijo que todo lo malo se encuentra del lado izquierdo. En este caso, era yo quien estaba a la izquierda. Teníamos conversaciones interminables y muy enriquecedoras, pero se fue, dio la media vuelta y ese delgado hilo que me unía más a dicho personaje, se aferró a su espalda. Ahora, siempre que camino, siguiéndole, me duele la cabeza, más de lo que podría dolerme cortar lo que me une a su espalda. No encuentro una tijera lo suficientemente afilada que me pudiera liberar; auxilio, pido auxilio, ya no quiero estar siguiendo sus pasos, porque duele. Afortunadamente, no se percata de que hay alguien atrás, pero ya estoy muriendo de cansancio. Me veo en la necesidad de recordar aquellos buenos momentos para paliar ese dolor tan insoportable como el de aquella mano izquierda que debieron amputarme al nacer, así tal vez, no estaría usted padeciendo los torbellinos en mi cabeza.

¡Ayúdeme, le ruego!

Le envío un saludo,

-71683.

Canción de la Semana 20.10.08 - 26.10.08

Nine Inch Nails - And All That Could Have Been

Breeze still carries the sound
maybe i'll disappear
tracks will fade in the snow
you won't find me here

Ice is starting to form
ending what had begun
I am locked in my head
with what I've done

I know you tried to rescue me
didn't let anyone get in
left with a trace of all that was
And all that could have been

Please
take this
and run far away
far away from me

I am tainted
the two of us
were never meant to be
all these pieces
and promises and left behinds
if only I could see

In my nothing
You meant everything
everything to me
gone fading everything
And all that could have been

Please
take this
and run far away
far as you can see

I am tainted
and happiness and peace of mind
were never meant for me
all these pieces
and promises and left behinds
if only I could see

In my nothing
You meant everything
everything to me

martes, 14 de octubre de 2008

Y... ¿qué hay Baudelaire?

No se quejó en lo más mínimo de la mala reputación de que goza en todas las partes del mundo; me aseguró que él, en persona, era el mayor interesado, en destruir la superstición, y llegó a confesarme que no había temido por su propio poder más que una vez sola, el día en que oyó decir desde el púlpito a un predicador más listo que sus cofrades: "Queridos hermanos, no olvidéis nunca, cuando oigáis elogiar el progreso de las luces, que la más bonita astucia del diablo está en persuadiros de que no existe."

-Charles Baudelaire
"El Spleen de París, Poema No. 29 - El Jugador Generoso
Señor Diablo:

Extraño... extraño es extrañar. Cuando sale de mi cabeza siento un vacío físico al interior de mi cráneo; se traduce en una insoportable neuralgia que no me deja descansar. Cuando usted se ausenta intencionalmente, refugiándose en el más oculto de los recovecos de mi mente; ese vacío se traslada a mi pecho. Se convierte en un dolor distinto, la enfermedad del extrañamiento, supongo.

Le imploro que vuelva pronto,

-71683.

lunes, 13 de octubre de 2008

Coloquio entre el Señor Diablo y el Viajero No. 71683

Me había sumergido en el letargo habitual después de cumplir con mis labores en el ombligo del limbo. Me arrojé a la cama con el propósito de descansar. En poco tiempo, ya había alcanzando aquel estado de vigilia en que uno no se encuentra soñando pero tampoco se podría decir que se está completamente despierto; en el limbo del sueño. Es curioso imaginar que incluso dentro del ombligo del limbo pudieran existir otros limbos menores, como en este caso. Aún escuchaba los sonidos del ombligo del limbo, sin embargo, ya había dejado de distinguir de dónde venían.

Percibía uno de esos bochornos incómodos que no me permitía dormir tranquilamente, pero me rehusaba a abrir los ojos porque el cansancio se había apoderado de mí; ya había perdido el dominio sobre mi cuerpo, no podía mover mis extremidades mientras que, poco a poco, se acercaba alguien o algo. Sentí por unos instantes la calidez de un susurro en mi oído izquierdo y finalmente comencé a escuchar mi verdadero nombre una y otra vez, y es que en el ombligo del limbo sólo existe uno solo que lo conoce y sabe cómo llamarme.

Recuperé la energía que se había desprendido de mí, refugiándose debajo de mi cama. Me desperté con uno de esos "brincos" involuntarios, que son frecuentes cuando soñamos que caemos de un precipicio; abrí mis ojos y lo vi tan elegante como acostumbra, sentado en una silla ubicada en la esquina de mi habitación.

-¿Por qué no está en mi cabeza, Señor? Sabrá que deja un vacío siempre que sale; me da migraña.
-No soporto las tormentas eléctricas que haces al pensar en todo aquello que detestas.
-Estaba durmiendo, ¿cómo podría ser posible...
-...que comiencen las tormentas mientras lo haces?
-Sí -asentí.
-Sucede todo el tiempo y francamente, me estoy cansando.
-¿Por qué insiste usted en hacerme sentir como una persona tediosa?
-No lo sé, recuerdo el día que te encontré llorando en una cuna de hospital cualquiera, tu rostro irradiaba una luz parecida a la de un ángel, pensé que lo eras y poco faltaba para llenar un jarrón entero con mi saliva, de sólo pensar en mancillarte y pervertirte. Más temprano que tarde me percaté de que tu mano izquierda, sí, aquella mano que escondes al andar; estaba ya podrida y agusanada, mientras que tu mano derecha, la que muestras todo el tiempo; blanca como la porcelana, sostenía una esfera de luz que podría deslumbrar hasta al mismo Dios. Lograste engañarme, nunca hubiera imaginado que detrás de aquella hermosa luz falsa existiría un alma más negra que aquellos huecos olvidados en el averno. Exprimes lo peor de mí y lo saboreas destilando el más amargo de tus venenos, lo disfrutas y me drenas dejándome seco y amo cuando permaneces silente y apacible, como si nunca hubieras perdido tus alas.
-Jamás le dije que sería una manzana roja y brillante lista para ser invadida por las moscas de su mierda, estoy en el ombligo del limbo, ¿qué esperaba, Señor? Abandóneme ahora que se ha decidido.
-No puedo, estoy atado a tu mano izquierda, sí, la agusanada.
-Suéltela.
-No puedo, no puedo... -dijo el Señor Diablo, esforzándose inútilmente por soltar mi mano hasta que finalmente se rindió y se deshizo en un amargo llanto.
-¿Qué lo detiene?
-Tus ojos -dijo sollozando, mientras se enjugaba una negra lágrima- me siguen incitando a devorarte y echarte a perder. Me haces pensar que aún te quedan unas cuántas gotas de inocencia y en cuanto termino esta oración me doy cuenta de que ya no existe nada que envenenar. No puedo abandonarte, soy tu prisionero desde hace 25 años. Me rindo, creo que entraré a tu cabeza e intentaré dormir, y también me llevaré unas cobijas porque hace un frío que me es imposible soportar. Buenas noches mi entrañable 71683. Es mejor sufrir las tormentas en tu cabeza que conversar contigo.
-Buenas noches, Señor Diablo.

El Señor Diablo se despidió de mí besando mi frente y por fin pude conciliar el sueño.