
El día de hoy tengo una queja que presentarle. No, definitivamente no se trata de su ausencia. Bueno, tal vez algo haya de eso, pero es lo menos importante.
Quiero preguntarle, ¿por qué tiene que enviar a sus demonios para espiarme? No es muy agradable, ¿sabe? Me tientan y me tientan, siento la tensión durante el día y 24 horas me parecen siglos, una cuadra parece tener mil kilómetros de esquina a esquina. Me siento en constante vigilancia. Sólo quieren hacerme tropezar y caer en aquellos hoyos que ya se han familiarizado tanto con mis rodillas, mis manos, mis codos. Incluso podrían entablar una estrecha amistad de tanto que ya se conocen. Aún no me he recuperado de las raspaduras y apenas me estoy levantando, no conformes todavía quieren que los baches y zanjas sigan besando mis magulladuras. ¡Qué terrible!
Piso una esquina y las "mujeres públicas" se acercan para ofrecerme su amistad fugaz a cambio de de unos pesos. Tal vez logren salpicar en mis labios un poco de su virtud y gracia, o al menos así las esboza el Señor Dios cuando dice que "ellas serán las primeras en su reino". No pretendo traicionarlo, sin embargo, se rumora en el limbo que el "paraíso" es más agradable que el infierno, la tierra o este lugar que ya conozco de oriente a poniente; de norte a sur y no me tiene muy feliz. Sigo caminando y me esperan los "repartidores de felicidad efímera" ofreciéndome un poco de euforia encapsulada. Tal vez sean mejores psiquiatras que aquellos que han estudiado el arte de dopar a sus pacientes haciéndoles creer que finalmente tocarán el vientre de la cordura quien los amamantará y alimentará con destellos de sensatez. Casi ofrecen el mismo producto pero de manera legal y menos económica que los "traficantes de alegría".
Lo invito a cenar un día de estos a aquel rincón que ambos ya conocemos. Nos haría bien conversar sobre esta penosa situación, prefiero discutir acaloradamente con usted que la paranoia constante que ocasionan sus fieles siervos. Siento que estoy a punto de morder la manzana.
Aparte de lo antes mencionado, le echo de menos, ya no ha venido a darme dolores de cabeza como suele hacerlo o despertarme a las tres de la madrugada cuando me encuentro en estado de vigilia. Mis gusanos ya preguntan por usted y desean sentir su cálida mano oprimiéndolos y asfixiándolos como de costumbre.
Un saludo cordial,
-71683
1 comentario:
Saludos deadly soul...
He encontrado en la novela: Diablo Guardián de Xavier Velasco, algunos comentarios que me hicieron pensar en ti; transcribo para ti:
"Las historias de pactos con el diablo siempre cuentan lo mismo: alguien lo llama, él llega y luego no hay ni cómo correrlo. Los diablos no toleran una falsa alarma. Una mañana puedes levantarte con buenas intenciones, pero si el día anterior se te ocurrió llamar al diablo, va a ser él quien se encargue de tus intenciones. Por que las va a torcer y todo va a salir como él decida, tu opinión tiene sólo un papel decorativo".
Y más adelante:
"Me siento oscura y luminosa, provinciana y newyorka, violada y violadora; traigo un motor adentro y me dan muchas ganas de usarlo para estrellarme contra una pared".
Hasta la próxima...
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