Me había sumergido en el letargo habitual después de cumplir con mis labores en el ombligo del limbo. Me arrojé a la cama con el propósito de descansar. En poco tiempo, ya había alcanzando aquel estado de vigilia en que uno no se encuentra soñando pero tampoco se podría decir que se está completamente despierto; en el limbo del sueño. Es curioso imaginar que incluso dentro del ombligo del limbo pudieran existir otros limbos menores, como en este caso. Aún escuchaba los sonidos del ombligo del limbo, sin embargo, ya había dejado de distinguir de dónde venían.
Percibía uno de esos bochornos incómodos que no me permitía dormir tranquilamente, pero me rehusaba a abrir los ojos porque el cansancio se había apoderado de mí; ya había perdido el dominio sobre mi cuerpo, no podía mover mis extremidades mientras que, poco a poco, se acercaba alguien o algo. Sentí por unos instantes la calidez de un susurro en mi oído izquierdo y finalmente comencé a escuchar mi verdadero nombre una y otra vez, y es que en el ombligo del limbo sólo existe uno solo que lo conoce y sabe cómo llamarme.
Recuperé la energía que se había desprendido de mí, refugiándose debajo de mi cama. Me desperté con uno de esos "brincos" involuntarios, que son frecuentes cuando soñamos que caemos de un precipicio; abrí mis ojos y lo vi tan elegante como acostumbra, sentado en una silla ubicada en la esquina de mi habitación.
-¿Por qué no está en mi cabeza, Señor? Sabrá que deja un vacío siempre que sale; me da migraña.
-No soporto las tormentas eléctricas que haces al pensar en todo aquello que detestas.
-Estaba durmiendo, ¿cómo podría ser posible...
-...que comiencen las tormentas mientras lo haces?
-Sí -asentí.
-Sucede todo el tiempo y francamente, me estoy cansando.
-¿Por qué insiste usted en hacerme sentir como una persona tediosa?
-No lo sé, recuerdo el día que te encontré llorando en una cuna de hospital cualquiera, tu rostro irradiaba una luz parecida a la de un ángel, pensé que lo eras y poco faltaba para llenar un jarrón entero con mi saliva, de sólo pensar en mancillarte y pervertirte. Más temprano que tarde me percaté de que tu mano izquierda, sí, aquella mano que escondes al andar; estaba ya podrida y agusanada, mientras que tu mano derecha, la que muestras todo el tiempo; blanca como la porcelana, sostenía una esfera de luz que podría deslumbrar hasta al mismo Dios. Lograste engañarme, nunca hubiera imaginado que detrás de aquella hermosa luz falsa existiría un alma más negra que aquellos huecos olvidados en el averno. Exprimes lo peor de mí y lo saboreas destilando el más amargo de tus venenos, lo disfrutas y me drenas dejándome seco y amo cuando permaneces silente y apacible, como si nunca hubieras perdido tus alas.
-Jamás le dije que sería una manzana roja y brillante lista para ser invadida por las moscas de su mierda, estoy en el ombligo del limbo, ¿qué esperaba, Señor? Abandóneme ahora que se ha decidido.
-No puedo, estoy atado a tu mano izquierda, sí, la agusanada.
-Suéltela.
-No puedo, no puedo... -dijo el Señor Diablo, esforzándose inútilmente por soltar mi mano hasta que finalmente se rindió y se deshizo en un amargo llanto.
-¿Qué lo detiene?
-Tus ojos -dijo sollozando, mientras se enjugaba una negra lágrima- me siguen incitando a devorarte y echarte a perder. Me haces pensar que aún te quedan unas cuántas gotas de inocencia y en cuanto termino esta oración me doy cuenta de que ya no existe nada que envenenar. No puedo abandonarte, soy tu prisionero desde hace 25 años. Me rindo, creo que entraré a tu cabeza e intentaré dormir, y también me llevaré unas cobijas porque hace un frío que me es imposible soportar. Buenas noches mi entrañable 71683. Es mejor sufrir las tormentas en tu cabeza que conversar contigo.
-Buenas noches, Señor Diablo.
El Señor Diablo se despidió de mí besando mi frente y por fin pude conciliar el sueño.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
como disfrutaria ser una mala idea... para poder vivir dentro de tu cabeza...
como desearia ser un mala idea, para poder vivir dentro de tu cabeza...
Publicar un comentario