viernes, 21 de noviembre de 2008

¡Se vende alma... bara bara, bara bara!


Señor Diablo:

Espero que mi oferta de intercambio por mi alma no sea muy inaccesible. Me urge venderla. ¿Conoce un buen comprador? O cuando menos, ¿alguien que esté dispuesto a dar lo que pido por ella?

-71683.

jueves, 20 de noviembre de 2008

¡El diablito!... y sus mil demonios ¡Lotería!

Estimado Señor Diablo:

El día de hoy tengo una queja que presentarle. No, definitivamente no se trata de su ausencia. Bueno, tal vez algo haya de eso, pero es lo menos importante.

Quiero preguntarle, ¿por qué tiene que enviar a sus demonios para espiarme? No es muy agradable, ¿sabe? Me tientan y me tientan, siento la tensión durante el día y 24 horas me parecen siglos, una cuadra parece tener mil kilómetros de esquina a esquina. Me siento en constante vigilancia. Sólo quieren hacerme tropezar y caer en aquellos hoyos que ya se han familiarizado tanto con mis rodillas, mis manos, mis codos. Incluso podrían entablar una estrecha amistad de tanto que ya se conocen. Aún no me he recuperado de las raspaduras y apenas me estoy levantando, no conformes todavía quieren que los baches y zanjas sigan besando mis magulladuras. ¡Qué terrible!

Piso una esquina y las "mujeres públicas" se acercan para ofrecerme su amistad fugaz a cambio de de unos pesos. Tal vez logren salpicar en mis labios un poco de su virtud y gracia, o al menos así las esboza el Señor Dios cuando dice que "ellas serán las primeras en su reino". No pretendo traicionarlo, sin embargo, se rumora en el limbo que el "paraíso" es más agradable que el infierno, la tierra o este lugar que ya conozco de oriente a poniente; de norte a sur y no me tiene muy feliz. Sigo caminando y me esperan los "repartidores de felicidad efímera" ofreciéndome un poco de euforia encapsulada. Tal vez sean mejores psiquiatras que aquellos que han estudiado el arte de dopar a sus pacientes haciéndoles creer que finalmente tocarán el vientre de la cordura quien los amamantará y alimentará con destellos de sensatez. Casi ofrecen el mismo producto pero de manera legal y menos económica que los "traficantes de alegría".

Lo invito a cenar un día de estos a aquel rincón que ambos ya conocemos. Nos haría bien conversar sobre esta penosa situación, prefiero discutir acaloradamente con usted que la paranoia constante que ocasionan sus fieles siervos. Siento que estoy a punto de morder la manzana.

Aparte de lo antes mencionado, le echo de menos, ya no ha venido a darme dolores de cabeza como suele hacerlo o despertarme a las tres de la madrugada cuando me encuentro en estado de vigilia. Mis gusanos ya preguntan por usted y desean sentir su cálida mano oprimiéndolos y asfixiándolos como de costumbre.

Un saludo cordial,

-71683

martes, 11 de noviembre de 2008

Hablando del ermitaño y la muerte...

Y mi voz ya no es mía
dentro del agua que no moja
dentro del aire de vidrio
dentro del fuego lívido que corta como el grito
Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro
cae mi voz

"Nocturno en que nada se oye"
-Xavier Villaurrutia



Señor Diablo:

Las cosas en el ombligo del limbo son difíciles. Bien se dice que uno siempre está solo, sin embargo, ¿existirá tal soledad utópica en la que uno se siente ajeno a todo?

Observé un grupo de personajes en el limbo, algunos cuya existencia es trascendental y otros menos importantes para mí. Me percataba de que era invisible para todos ellos y eso me hizo sentir como una ráfaga de viento helada, seguida por una cierta opresión en mi pecho que crecía y me invadía como un tumor. Era como si estuviera a punto de llorar pero ninguna lágrima caía. Sólo sentía aquella molestia en mi pecho que se iba trasladando poco a poco y de manera muy incómoda hacia mi garganta, terminando en un nudo del tamaño de un puño que golpeaba mi tráquea como tal. Un grito mudo, lo único que salía de mis labios era el silencio, aquel en el que se quiere decir todo pero no se puede hablar nada; nadie escucha.

Estoy teniendo muchas dificultades para comprender muchas cosas relacionadas con esta situación, pienso que existe un mundo que no merezco y lo único que lo separa de mí es este biombo de cristal que puedo tocar, pero no puedo penetrar. Me he quedado afuera de un lugar que no conozco y no tendré la oportunidad de hacerlo, dejándome sin la posibilidad de sentir otra cosa que no sea el frío constante del limbo.

Estoy en aislamiento total y no puedo evitarlo, aunque quiera, estoy afuera como un ermitaño involuntario. Sólo está usted sosteniendo mi mano izquierda y la muerte mi mano derecha susurrando suave y de una manera tentadora a mi oído acercándome cada vez más hacia ella, como si su voz fuera una carnada para caer entre los buitres. Estoy utilizando una fuerza que ya no me queda para cerrarle cualquier entrada que le permita atraerme y llevarme con ella, es así como mi oído derecho está sordo por completo, pero esta sordera no es eterna, y su aliento es tan cálido como algo que hace mucho no sentía, como ese amor que busco desesperadamente pero no encuentro por ninguna parte, tal vez algún día me harte del frío y decida irme con ella. Quizá ella me comprenda y sea capaz de sosegar este dolor intenso ocasionado por la impotencia y la incertidumbre.

No descarto esa posibilidad, Señor Diablo, pero por ahora decido aferrarme a su mano derecha mientras usted me lo permita. En cuanto decida soltarse, mi propósito de permanecer quedará en el olvido, así como yo, así como mi mano izquierda, así como mis pensamientos.

Quiero seguir en el limbo aunque sólo me encuentre con su compañía a mi izquierda, la de la Señora Muerte a mi derecha y mis pensamientos siguiéndome como una manada de lobos hambrientos que acechan a su presa.

Espero que pronto aparezca,

-71683.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Y así caí de los cielos... y se acabó el estado de gracia...

"Y probando primero con ciertas preguntas que no había nunca conocido a hombre averiguó, y que tan simple era como parecía, por lo que pensó cómo, bajo especie de servir a Dios, debía traerla a su voluntad. Y primeramente con muchas palabras le mostró cuán enemigo de Nuestro Señor era el diablo, y luego le dio a entender que el servicio que más grato podía ser a Dios era meter al demonio en el infierno, adonde Nuestro Señor lo había condenado. La jovencita le preguntó cómo se hacía aquello; Rústico le dijo:

-Pronto lo sabrás, y para ello harás lo que a mí me veas hacer. Y empezó a desnudarse de los pocos vestidos que tenía, y se quedó completamente desnudo, y lo mismo hizo la muchacha; y se puso de rodillas a guisa de quien rezar quisiese y contra él la hizo ponerse a ella. Y estando así, sintiéndose Rústico más que nunca inflamado en su deseo al verla tan hermosa, sucedió la resurrección de la carne; y mirándola Alibech, y maravillándose, dijo:

-Rústico, ¿qué es esa cosa que te veo que así se te sale hacia afuera y yo no la tengo?

-Oh, hija mía -dijo Rústico-, es el diablo de que te he hablado; ya ves, me causa grandísima molestia, tanto que apenas puedo soportarlo.

Entonces dijo la joven:
-Oh, alabado sea Dios, que veo que estoy mejor que tú, que no tengo yo ese diablo.

Dijo Rústico:
-Dices bien, pero tienes otra cosa que yo no tengo, y la tienes en lugar de esto.

Dijo Alibech:
-¿El qué?

Rústico le dijo:
-Tienes el infierno, y te digo que creo que Dios te haya mandado aquí para la salvación de mi alma, porque si ese diablo me va a dar este tormento, si tú quieres tener de mí tanta piedad y sufrir que lo meta en el infierno, me darás a mí grandísimo consuelo y darás a Dios gran placer y servicio, si para ello has venido a estos lugares, como dices.

La joven, de buena fe, repuso:
-Oh, padre mío, puesto que yo tengo el infierno, sea como queréis.

Dijo entonces Rústico:
-Hija mía, bendita seas. Vamos y metámoslo, que luego me deje estar tranquilo."

Giovanni Boccaccio
(Meter el diablo en el infierno)


Regresó el Señor Diablo como una ráfaga de viento inesperada, y apareció, ahora a un lado de mi cama. No lo sentí llegar, sin embargo, fue tan evidente la sensación cálida de sus susurros en mi oído que me despertó poco a poco, esta vez.

-Señor, le extrañé, ¿recibió mis mensajes desde el limbo? -le pregunté mientras mi corazón latía como alas de colibrí.
-Así es, siento mucho haberte abandonado tan abruptamente, yo también te he extrañado, ¿cómo sigue tu mano izquierda? Agusanada, como siempre, por lo que veo.
-Sí, los gusanos ya son parte de mí, hasta les he puesto nombres a cada uno y los he adoptado como mascotas para no sentir los estragos de la soledad durante estos periodos de abandono.
-Bien, ¿me has sustituido por gusanos?
-Es un negocio como cualquier relación ente-ente, pero no lo consideraría como una sustitución, porque así como su existencia es inherentemente única, también la de mis gusanos. Mire cómo se enroscan, parecen niños en un chapoteadero.
-Ya veo. He sabido que has pasado por terrenos pedregosos.
-Así es, y me ha hecho falta, mi mano se aferra al vacío cuando usted se va y la caída es libre hasta romperme los huesos. Pero no se preocupe, sigo en el limbo y usted sabrá dónde encontrarme siempre que decida volver.

El Señor Diablo me envolvió con sus largos brazos, me rendí ante el inevitable cansancio y en menos de lo que imaginé, concilié un sueño profundo como en mucho tiempo no había sucedido.

Tuve un sueño muy extraño, soñé que tenía alas donde ahora tengo unos muñones, y volaba regando los gusanos que salían de mi mano izquierda como flores en un pasillo nupcial mofándome de Dios, éste se enojó conmigo y con una hoz me despojó de mis alas. Así fue como caí de los cielos y terminé en el limbo. Desde entonces, el Señor Diablo y yo somos amigos entrañables con la marejada de emociones que ésto conlleva.