Y mi voz ya no es mía
dentro del agua que no moja
dentro del aire de vidrio
dentro del fuego lívido que corta como el grito
Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro
cae mi voz
"Nocturno en que nada se oye"
-Xavier Villaurrutia

Señor Diablo:
Las cosas en el ombligo del limbo son difíciles. Bien se dice que uno siempre está solo, sin embargo, ¿existirá tal soledad utópica en la que uno se siente ajeno a todo?
Observé un grupo de personajes en el limbo, algunos cuya existencia es trascendental y otros menos importantes para mí. Me percataba de que era invisible para todos ellos y eso me hizo sentir como una ráfaga de viento helada, seguida por una cierta opresión en mi pecho que crecía y me invadía como un tumor. Era como si estuviera a punto de llorar pero ninguna lágrima caía. Sólo sentía aquella molestia en mi pecho que se iba trasladando poco a poco y de manera muy incómoda hacia mi garganta, terminando en un nudo del tamaño de un puño que golpeaba mi tráquea como tal. Un grito mudo, lo único que salía de mis labios era el silencio, aquel en el que se quiere decir todo pero no se puede hablar nada; nadie escucha.
Estoy teniendo muchas dificultades para comprender muchas cosas relacionadas con esta situación, pienso que existe un mundo que no merezco y lo único que lo separa de mí es este biombo de cristal que puedo tocar, pero no puedo penetrar. Me he quedado afuera de un lugar que no conozco y no tendré la oportunidad de hacerlo, dejándome sin la posibilidad de sentir otra cosa que no sea el frío constante del limbo.
Estoy en aislamiento total y no puedo evitarlo, aunque quiera, estoy afuera como un ermitaño involuntario. Sólo está usted sosteniendo mi mano izquierda y la muerte mi mano derecha susurrando suave y de una manera tentadora a mi oído acercándome cada vez más hacia ella, como si su voz fuera una carnada para caer entre los buitres. Estoy utilizando una fuerza que ya no me queda para cerrarle cualquier entrada que le permita atraerme y llevarme con ella, es así como mi oído derecho está sordo por completo, pero esta sordera no es eterna, y su aliento es tan cálido como algo que hace mucho no sentía, como ese amor que busco desesperadamente pero no encuentro por ninguna parte, tal vez algún día me harte del frío y decida irme con ella. Quizá ella me comprenda y sea capaz de sosegar este dolor intenso ocasionado por la impotencia y la incertidumbre.
No descarto esa posibilidad, Señor Diablo, pero por ahora decido aferrarme a su mano derecha mientras usted me lo permita. En cuanto decida soltarse, mi propósito de permanecer quedará en el olvido, así como yo, así como mi mano izquierda, así como mis pensamientos.
Quiero seguir en el limbo aunque sólo me encuentre con su compañía a mi izquierda, la de la Señora Muerte a mi derecha y mis pensamientos siguiéndome como una manada de lobos hambrientos que acechan a su presa.
Espero que pronto aparezca,
-71683.